Cuando el Ministerio de Interior y Policía informó que la línea de emergencia 911 de República Dominicana costará 29.5 millones de dólares que son más de mil millones de pesos, no podía creerlo, pues por nuestra experiencia en materia de tecnología en Call Centers o centros de llamadas y por haber sido la contraparte local como consultor del proceso de diseño del proyecto de la línea 911 para República Dominicana, sé que un sistema completo de manejo de llamadas o Call Center no cuesta ni cerca de un millón de dólares, aún se utilicen las más avanzadas herramientas de gestión de llamadas, respuesta interactiva de voz (IVR), etc.
Lo que se requiere en la fase actual de nuestro país, donde la Policía Nacional carece de equipamiento, donde no tienen vehículos suficientes, donde la cantidad de efectivos policiales está por debajo de los requeridos o están prestando servicio privado ajeno a su función, donde el cuerpo de bomberos no tiene recursos mínimos para operar, donde no hay ambulancias para transportar los pacientes, etc., etc., etc. No es tener un sofisticado sistema de respuesta de emergencia sobrevaluado, que en caso de funcionar adecuadamente no podrá dar respuesta a la población por las carencias anteriormente mencionadas, lo que necesita nuestro país es un Call Center o centro de llamadas básico que funcione eficientemente, donde se reciban las emergencias y se notifique a la institución correspondiente, que podría lograrse con mucho menos de 200 mil dólares; mientras adecuamos nuestras instituciones a lo que debería de ser un verdadero sistema de emergencia 911 que adicional al procesamiento de las llamadas vía un Call Center debe incluir el almacenamiento e histórico de las mismas, crear mapas digitales de criminalidad, localizar unidades policiales próximas a las áreas de origen de los pedidos de auxilio para dar una respuesta más rápida, entre muchos otros elementos, para lo cual nuestra madurez institucional aún no está preparada.
Es muy penoso y preocupante ver cómo nuestras autoridades viven improvisando dilapidando alegremente los recursos del Estado, olvidando el orden de prioridad y endeudando el país en lujos que no están a la altura de nuestra penosa realidad, pues en los países donde opera un verdadero sistema de emergencia 911 no se va la energía eléctrica y no hay falta de agua potable. ¡Cuándo dejaremos de improvisar!
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