El desarrollo de la nano tecnología o tecnología de lo diminuto, que ha permitido la miniaturización de múltiples dispositivos electrónicos, entre los que hay una diversidad de equipos de espionaje como cámaras de vídeo, micrófonos, etc. que son muy fácil de adquirir por Internet a precios en muchos casos muy económicos, junto a la existencia de más de 2,000 pseudo compañías de detectives que operan sin ninguna regulación en nuestro país, ha dado origen a una práctica muy vieja y común de instalar mini cámaras grabadoras de vídeos en los moteles y cabañas del país, en algunos casos con la complicidad de algún propietario, y en otros con el contubernio de empleados a los que se les paga para dejar instalar estos dispositivos que son colocados detrás de techos, espejos y otros ángulos para captar con una resolución impresionante el encuentro íntimo de quienes visitan estos lugares, que sin saberlo son grabados y luego chantajeados o comercializados por Internet a redes de pornografía que pagan sumas importantes por esos vídeos que en cualquier momento puede ser visto en populares páginas web pornográficas.
Lo más preocupante, penoso y bochornoso es que esto se sigue haciendo en algunas de las cabañas y moteles del país, con la complicidad de importantes jerarcas militares, civiles y políticos que han hecho del espionaje, la interceptación y el voyerismo su modus vivendi al servicio de ciertos sectores, que en muchos casos consumen, disfrutan y estimulan estas malas prácticas a todas luces violatorias de la ley.
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